-What the hell are you doing here alone? - he asked me. I was still puzzled and the words didn't come out of my mouth. - Hey, are you ok? Do you need something? - he asked me again.
-No, no. I'm fine. What are you doing here? - I asked him.
-I've asked it first! - he said, as he used to say when we were together. And he laughed. - Just kidding - he smiled -. Actually I'm here because I had to take the dog out for a walk...Where is she?... - he said looking for her - Oh look! There she is! - And he looked at her with so much love in his deep blue eyes. He was so handsome... He called her and she came back when we were, and when she saw me, she rushed towards me. She loved me. After all, when we went to his house to have lunch, I always fed her with my food.
-Look... she has missed you - he said happily.
-Yah... - I said -. At least, there are someone who does. - I said without thinking about these words firstly. Then I realized. These words hurt. - Um... I'm sorry, I didn't mean that...
-It's ok, don't apologize. In fact, that's not true at all. - he said. What did he mean with "not true at all" ? Was it possible that... ?
-What do you mean? - I asked. - Have you... missed me? - It was weird, but it was not difficult to me asking him what way did he feel or what he was thinking. I think that our one-year-long relationship had influence with that and the confidence between us.
-Maybe.
xoxo
I love this place... but it's haunted without you.
thanks for reading and following :)
Showing posts with label story. Show all posts
Showing posts with label story. Show all posts
6.16.2011
11.30.2010
We started to walk around, and found a park near there.
-Let's find a seat, and then we will talk more comfortably -he said. I couldn't stop looking his beautiful hazel eyes. I was trapped. It seemed I was hypnotized.
- Of course... whatever - I said, smiling.
We found a beautiful seat in the top of a field in that park, between a lot of sweet-smelling and colorful flowers. We sat down. I was kinda nervous, because I didn't know what he exactly wanted to know about me. Why did he want to meet me? And after all these time? I was looking around. I couldn't look him in the eyes! I would fell in love again!
Etiquetas:
story
10.10.2010
"Oh, gosh! I haven't seen you for ages!" - I said. I know I could have said something better, but I must admit that I couldn't find any other words to talk to him. I had no words for him.
"Woah! You look so pretty today! It's nice to see you" - he said. I was so nervous. He was talking to me. He hadn't spoken to me since 4 months ago. - "By the way, do you want us to go outside? Here it's too hot and maybe we could go for a walk and talk about our lives without all this noise..."
F*CK! That's how I started to fall into his trap...
"Sure! Let's go outside" - I said.
***
I know I had to ask him if he loves me, but why?
Everybody knows that if I ask him that, he will always say whatever I want to hear, even if it's true, even if it's not. I'll never know if he loved me once or if he never did at all.
F*CK! That's how I started to fall into his trap...
"Sure! Let's go outside" - I said.
***
I know I had to ask him if he loves me, but why?
Everybody knows that if I ask him that, he will always say whatever I want to hear, even if it's true, even if it's not. I'll never know if he loved me once or if he never did at all.
Etiquetas:
story
2.09.2010
Escondido.
Él se defendía a través de las teclas. Su escudo era la pantalla y su espada, el ratón. Decía lo que quería sin miedo a la represalia. Sabía que no la tendría. Se creía intocable.
Lo que Fernando decía utilizando las teclas como pluma y la pantalla como papel, era real, era déspota y tirano.
Sólo escondido era capaz de crear discursos que asustaban al mismo diablo.
Sus palabras eran duras. No podía hacer nada. Estaba asustada. No quería saber más.
Lo que Fernando decía utilizando las teclas como pluma y la pantalla como papel, era real, era déspota y tirano.
Sólo escondido era capaz de crear discursos que asustaban al mismo diablo.
Sus palabras eran duras. No podía hacer nada. Estaba asustada. No quería saber más.
Etiquetas:
story
2.03.2010
Obsesión.
-Pero, ¡si eres tú!
Esas fueron las palabras que salieron de su boca nada más darse cuenta de con quién se había topado.Él, no era igual que él, o él. No. Eran los tres diferentes, y sin ninguna duda, Él, era el peor de todos.
Había empezado todo cinco o seis años atrás. Él, con su inteligencia, sus manos con uñas mordidas, sus gafas, sus pecas, su pelo perfectamente peinado... tódo Él había conseguido dejarme prendada sin ninguna razón. Con sus ojosmarrones, pequeños pero intensos, me miraba y me hacía sentir única. Con un beso inocente que no significaba nada fue como me enredó en su trampa de amor.
Así empezó el juego:
Una clase de física, unas palabras, una pregunta, un primer beso, unos besos consiguientes, una sonrisa, un "claro que te quiero" y un adiós. Y así sucesivamente. Seis años. Setenta meses. Más de dos mil días.
Después del adiós que Él me otorgaba, venían meses llenos de silencios fríos, miradas distantes y sentimiento de culpa. ¿Por qué ya no me quería? ¿Por qué no se acercaba? ¿Debía pedirle yo perdón?
Así fue como Él, Cayetano, me había ocasionado el mayor dolor de corazón que nunca se había escrito. Una sensación de ahogo constante por saber dónde o con quién se encontraba. Una OBSESIÓN. Le quería.
Le quería a más no poder. Le quería a rabiar y le quería todo para mi.
Sin embargo, las estaciones pasan, las hojas de los árboles cambian de color, si tiras un melón desde una ventana caerá al suelo y se destrozará y mis sentimientos hacia Cayetano, tardaron mucho, mucho tiempo en desaparecer, pero lo fueron consiguiendo decepción tras decepción. Horas de lágrimas derramadas, que nunca fueron dignas de ser derramadas. Yo se lo di todo, y él no me devolvió nada. Una oportunidad tras otra, siempre concedidas de mis manos, y nunca se vieron bien acogidas.
Sin ninguna duda, tengo un él es un cerdo, Él es un cabrón, y él era un despistado
Esas fueron las palabras que salieron de su boca nada más darse cuenta de con quién se había topado.Él, no era igual que él, o él. No. Eran los tres diferentes, y sin ninguna duda, Él, era el peor de todos.
Había empezado todo cinco o seis años atrás. Él, con su inteligencia, sus manos con uñas mordidas, sus gafas, sus pecas, su pelo perfectamente peinado... tódo Él había conseguido dejarme prendada sin ninguna razón. Con sus ojosmarrones, pequeños pero intensos, me miraba y me hacía sentir única. Con un beso inocente que no significaba nada fue como me enredó en su trampa de amor.
Así empezó el juego:
Una clase de física, unas palabras, una pregunta, un primer beso, unos besos consiguientes, una sonrisa, un "claro que te quiero" y un adiós. Y así sucesivamente. Seis años. Setenta meses. Más de dos mil días.
Después del adiós que Él me otorgaba, venían meses llenos de silencios fríos, miradas distantes y sentimiento de culpa. ¿Por qué ya no me quería? ¿Por qué no se acercaba? ¿Debía pedirle yo perdón?
Así fue como Él, Cayetano, me había ocasionado el mayor dolor de corazón que nunca se había escrito. Una sensación de ahogo constante por saber dónde o con quién se encontraba. Una OBSESIÓN. Le quería.
Le quería a más no poder. Le quería a rabiar y le quería todo para mi.
Sin embargo, las estaciones pasan, las hojas de los árboles cambian de color, si tiras un melón desde una ventana caerá al suelo y se destrozará y mis sentimientos hacia Cayetano, tardaron mucho, mucho tiempo en desaparecer, pero lo fueron consiguiendo decepción tras decepción. Horas de lágrimas derramadas, que nunca fueron dignas de ser derramadas. Yo se lo di todo, y él no me devolvió nada. Una oportunidad tras otra, siempre concedidas de mis manos, y nunca se vieron bien acogidas.
Sin ninguna duda, tengo un él es un cerdo, Él es un cabrón, y él era un despistado
1.31.2010
Llueve.
Esa mañana había amanecido grisácea. Unas nubes negras amenazaban con lluvia aunque no fue perceptible hasta estrada la tarde. Esa mañana calcé mis mejores zapatos, - y mis favoritos, claro está - los negros de salón con tacón de aguja y la falda ajustada color negra también. Me maquillé, como era religión cada mañana y me dejé el pelo con un estilo de recién levantada. Tenía en la cabeza un montón de ideas mezcladas y desordenadas. Una carta por aquí, un instinto asesino por allá, dolor a la derecha, amor a la izquierda... Mejor. Mucho mejor. Caminaba por la calle sin ver si quiera a las personas que venían de frente. Bastantes problemas tenía yo en mente como para preocuparme por nadie más que no fuera yo misma.
La dificultad de andar de esa manera, ensimismado, es que puedes tener un siniestro con alguien que viene en el sentido contrario de la marea. Fue lo que me pasó. Él tenía unos libros en mano, y cuando nos encontramos, todos ellos cayeron al suelo, junto con mi bolso y algún que otro lápiz de labios. Mecánicamente, nos agachamos los dos y comenzamos a recoger cada uno nuestro material, diciendo:
-Disculpa, iba sin mirar.
-No te preocupes, la culpa es mía.
Al decir eso, reconocí esa voz de inmediato. Alcé la mirada y pude ver su cara. Estaba perfecta, justo como la última vez que nos habíamos besado.
La dificultad de andar de esa manera, ensimismado, es que puedes tener un siniestro con alguien que viene en el sentido contrario de la marea. Fue lo que me pasó. Él tenía unos libros en mano, y cuando nos encontramos, todos ellos cayeron al suelo, junto con mi bolso y algún que otro lápiz de labios. Mecánicamente, nos agachamos los dos y comenzamos a recoger cada uno nuestro material, diciendo:
-Disculpa, iba sin mirar.
-No te preocupes, la culpa es mía.
Al decir eso, reconocí esa voz de inmediato. Alcé la mirada y pude ver su cara. Estaba perfecta, justo como la última vez que nos habíamos besado.
1.28.2010
Desesperación
Estaba todo oscuro. Sólo podía alcanzar a ver una luz muy lejana. Pequeña. Blanca. Que parpadeaba en intervalos prolongados. Sentía un nudo en la garganta y no podía respirar. Me costaba tragar como si me hubiera atragantado con una pastilla. Gotas de sudor frío me resbalaban por la frente. Buscaba la luz y no alcanzaba a verla. ¿Dónde podía estar? Miraba hacia todas direcciones, - o al menos, eso intentaba - y no podía encontrar nada. ¿Estaba en un espacio cerrado? Sentía que tenía algo agarrado con la mano derecha, pero no le presté demasiada atención en el momento. Una sensación claustrofóbica inmensa me reconcomía la cabeza. Intentaba caminar en todas direcciones y a la vez, me sentía aprisionada ante tanta oscuridad. La luz volvió. Se acercaba. Y agrandaba su tamaño...
Pero volvió a desaparecer.
No podía más. Tenía ganas de gritar y poder salir de allí. Tropecé torpemente con algo, y caí de rodillas. La luz apareció encima de mi, como cuando me tocaba salir a escena y sólo importaba yo. Me iluminaba, siendo yo, en ese momento, la estrella de la actuación.
Bajé la mirada. En ese instante, recordé que tenía algo agarrado. Abrí los ojos. En mis manos se descubría un cuchillo ensangrentado, y la camisa color blanca había tomado unas manchas con un nítido color carmesí. Con la otra mano, me toqué la frente, como gesto de indecisión, tapándome los ojos y queriendo mentalizarme de que eso no estaba ahí. Volví a mirarme la mano, y seguidamente, encontré en mi camisa, mezclada con la sangre, una mancha color marrón. Solté espantada el arma. No recordaba nada. Miré hacia un lado y hacia el otro.
La luz que me iluminaba, me descubrió una mano sin vida en el suelo, inmóvil. Me incorporé como pude, y comencé a gatear lentamente, con pasos indecisos y con escalofríos que nacían en las raíces de mis cabellos y que se prolongaban hasta las yemas de mis dedos. Y así, se fue descubriendo el cuerpo al que yo había privado el placer de vivir. Antes de poder observar su cara, se hizo la oscuridad aún más negra y profunda que antes. Me quedé paralizada, sin valor para tocar ese cuerpo sin vida, al que no recordaba haber visto ese día.
Miré hacia arriba y se hizo la luz. Con miedo, cerré los ojos mientras bajaba la cabeza, teniendo la sensación de que sabía lo que pasaría. Sabía la cara que se iba a descubrir.
Pero volvió a desaparecer.
No podía más. Tenía ganas de gritar y poder salir de allí. Tropecé torpemente con algo, y caí de rodillas. La luz apareció encima de mi, como cuando me tocaba salir a escena y sólo importaba yo. Me iluminaba, siendo yo, en ese momento, la estrella de la actuación.
Bajé la mirada. En ese instante, recordé que tenía algo agarrado. Abrí los ojos. En mis manos se descubría un cuchillo ensangrentado, y la camisa color blanca había tomado unas manchas con un nítido color carmesí. Con la otra mano, me toqué la frente, como gesto de indecisión, tapándome los ojos y queriendo mentalizarme de que eso no estaba ahí. Volví a mirarme la mano, y seguidamente, encontré en mi camisa, mezclada con la sangre, una mancha color marrón. Solté espantada el arma. No recordaba nada. Miré hacia un lado y hacia el otro.
La luz que me iluminaba, me descubrió una mano sin vida en el suelo, inmóvil. Me incorporé como pude, y comencé a gatear lentamente, con pasos indecisos y con escalofríos que nacían en las raíces de mis cabellos y que se prolongaban hasta las yemas de mis dedos. Y así, se fue descubriendo el cuerpo al que yo había privado el placer de vivir. Antes de poder observar su cara, se hizo la oscuridad aún más negra y profunda que antes. Me quedé paralizada, sin valor para tocar ese cuerpo sin vida, al que no recordaba haber visto ese día.
Miré hacia arriba y se hizo la luz. Con miedo, cerré los ojos mientras bajaba la cabeza, teniendo la sensación de que sabía lo que pasaría. Sabía la cara que se iba a descubrir.
1.27.2010
Secrets.
Al salir del restaurante, con mi camisa estropeada por culpa del café, solo quise ir rápidamente a casa. No me sentía en condiciones de ver ni hablar con nadie. No después de que él ni se hubiera dignado a mirarme.
Lo que más me dolía, era recordar una y otra vez la infancia que habíamos vivido juntos. Imágenes que no se me quitaban de la mente, aunque, recordándolo con buena nitidez, todos los recuerdos, eran malos.
Llegué al umbral de mi puerta, y en el suelo había una carta. Una carta con mi nombre.
¿Quién mandaba cartas entonces? Es más, ¿quién me mandaría una carta a mi?
La cogí y entré en la casa. Me senté en el sofá y la abrí, con calma, pero a la vez con ansia de conocer quién me la mandaba.
La carta decía así:
"Hola. Sé que lo último que esperas es una carta mía.
Sé que he tardado más de dos años en mandártela.
Sé que ahora no es el momento.
Y también sé que no va a arreglar nada.
Pero eres mi amiga y quiero que lo sepas. Tengo que contarte mi mayor secreto. Seré breve, ya que dicen que bueno y breve, dos veces bueno...
Hace tres años conocí a una chica. Una chica agradable y simpática que compartía muchos gustos conmigo.
Una chica que me hacía reír y con la que compartía muchos momentos. En una primera instancia, era mi amiga, aunque, con la relación que llevábamos se convirtió en la mejor. Y, sin quererlo... El corazón no hace caso a la razón, y por más que le daba vueltas y vueltas, no entendía por qué. Pero había ocurrido. Me había enamorado de ella. No se lo dije, ya que ella estaba enamorada ciega y perdidadmente de otro, y pensé que yo no sería más que una piedra en su camino. Me aparté...
Ahora, tres años más tarde, se lo confieso. Esa chica eras tú.
No pretendo que te enamores de mi. No pretendo que nos casemos. Dicho queda.
Un saludo. "
Esa noche, tuve una pesadilla y sentía que las sábanas no se desprendían de mi cuerpo.
Lo que más me dolía, era recordar una y otra vez la infancia que habíamos vivido juntos. Imágenes que no se me quitaban de la mente, aunque, recordándolo con buena nitidez, todos los recuerdos, eran malos.
Llegué al umbral de mi puerta, y en el suelo había una carta. Una carta con mi nombre.
¿Quién mandaba cartas entonces? Es más, ¿quién me mandaría una carta a mi?
La cogí y entré en la casa. Me senté en el sofá y la abrí, con calma, pero a la vez con ansia de conocer quién me la mandaba.
La carta decía así:
"Hola. Sé que lo último que esperas es una carta mía.
Sé que he tardado más de dos años en mandártela.
Sé que ahora no es el momento.
Y también sé que no va a arreglar nada.
Pero eres mi amiga y quiero que lo sepas. Tengo que contarte mi mayor secreto. Seré breve, ya que dicen que bueno y breve, dos veces bueno...
Hace tres años conocí a una chica. Una chica agradable y simpática que compartía muchos gustos conmigo.
Una chica que me hacía reír y con la que compartía muchos momentos. En una primera instancia, era mi amiga, aunque, con la relación que llevábamos se convirtió en la mejor. Y, sin quererlo... El corazón no hace caso a la razón, y por más que le daba vueltas y vueltas, no entendía por qué. Pero había ocurrido. Me había enamorado de ella. No se lo dije, ya que ella estaba enamorada ciega y perdidadmente de otro, y pensé que yo no sería más que una piedra en su camino. Me aparté...
Ahora, tres años más tarde, se lo confieso. Esa chica eras tú.
No pretendo que te enamores de mi. No pretendo que nos casemos. Dicho queda.
Un saludo. "
Esa noche, tuve una pesadilla y sentía que las sábanas no se desprendían de mi cuerpo.
1.26.2010
spilt coffee
Yo estaba sentada, ojeando mi revista favorita, en el restaurante de siempre, en la mesa de siempre.
Una mesa para dos con sólo una silla ocupada. La otra esperaba sola y desolada que alguien se sentara encima. Justamente, lo mismo que estaba esperando yo. ¡Qué coincidencia!
Eran las 11.16 de la mañana, y frente a mí había una taza de capuccino caliente, con un toque de canela en polvo. A su lado, un sandwich, recién salido de la plancha, de jamón con queso - mi favorito -. Y por último, un vaso de agua. Desde pequeña había cogido la manía y la rutina de no desayunar antes de las 11.00, sobretodo porque no me levantaba casi nunca antes de esa hora, y si lo hacía, era para ir al colegio, sin tiempo de desayunar; así que esos días, nada más levantarme, me dirigía hacia la cocina y me bebía un vaso entero de agua. Seguido. Casi sin respirar. Con ese vaso de agua tenía para estar en forma hasta la hora de comer.
Ese día, no estaba prestando demasiada atención a la revista, ya que, dos minutos después de haberla abierto, él entró en el restaurante. ¿Qué hacía él ahí? Nunca desayunaba con los demás. A esa hora desaparecía y a las 11.30 era cuando se le volvía a ver el pelo.
Parecía muy ensimismado. Ese día iba con muchas prisas. No sé la razón, y la verdad, es que me importa muy poco. Le miré varios minutos seguidos, con la esperanza de que me viera y el dolor le reconcomiera por dentro. Esperé... No miró. Mis ojos siguieron fijos y clavados en el como dos alfileres... Pero no miró. ¿Cómo podía ir tan tranquilo por la vida después de todo lo que había hecho?
Ordenó su desayuno, quizás café, quizás un bocadillo de tortilla, no lo sé. Otro dato que es irrelevante, la verdad.
El restaurante era pequeño. Constaba de una barra y unas cinco mesas pequeñas, algunas con dos sillas, como la mía, y otras con cuatro. Mi mesa de siempre estaba casi pegada a la barra, por lo que los demás clientes debían tener cuidado para no darse conmigo - o con cualquier persona que ocupara la mesa -.
Él ordenó, y para recoger su pedido tenía que pasar por mi mesa. Bajé la mirada. "¡Deja de mirarle!" "No le importaste entonces, no le vas a importar ahora..." Mis ojos se encontraron con mi café. Lo cogí con mis dos manos, soplé y comencé a darle un sorbo sin levantar mirada. Justo en ese instante, él pasó deprisa por mi mesa y me dió un pequeño golpe en el codo derecho, por lo que el café quedó derramado encima de mi camisa. Una camisa blanca que... vaya. Era la misma camisa de aquella vez.
Él, que tenía mucha prisa, justo después del golpe, se dio la vuelta y dijo muy rápido:
Y dijo nada más y nada menos que "perdóname"... ¡Qué fácilmente decía ahora esas palabras! Hacía un año, no se hubiera molestado en decirlas. Me hizo daño y no se había dignado a pedirme perdón.

***
¿Cuánto cuesta pedir perdón? Desde niños nos enseñan a pedir perdón cuando las cosas las hacemos mal, y a nosotros, por la enseñanza religiosa recibida, nos han enseñado que todo en esta vida merece perdón. Yo nunca he dicho que no le vaya a perdonar, pero el que no se digna a pedir algo, que no espere que se lo regalen.
Eran las 11.16 de la mañana, y frente a mí había una taza de capuccino caliente, con un toque de canela en polvo. A su lado, un sandwich, recién salido de la plancha, de jamón con queso - mi favorito -. Y por último, un vaso de agua. Desde pequeña había cogido la manía y la rutina de no desayunar antes de las 11.00, sobretodo porque no me levantaba casi nunca antes de esa hora, y si lo hacía, era para ir al colegio, sin tiempo de desayunar; así que esos días, nada más levantarme, me dirigía hacia la cocina y me bebía un vaso entero de agua. Seguido. Casi sin respirar. Con ese vaso de agua tenía para estar en forma hasta la hora de comer.
Ese día, no estaba prestando demasiada atención a la revista, ya que, dos minutos después de haberla abierto, él entró en el restaurante. ¿Qué hacía él ahí? Nunca desayunaba con los demás. A esa hora desaparecía y a las 11.30 era cuando se le volvía a ver el pelo.
Parecía muy ensimismado. Ese día iba con muchas prisas. No sé la razón, y la verdad, es que me importa muy poco. Le miré varios minutos seguidos, con la esperanza de que me viera y el dolor le reconcomiera por dentro. Esperé... No miró. Mis ojos siguieron fijos y clavados en el como dos alfileres... Pero no miró. ¿Cómo podía ir tan tranquilo por la vida después de todo lo que había hecho?
Ordenó su desayuno, quizás café, quizás un bocadillo de tortilla, no lo sé. Otro dato que es irrelevante, la verdad.
El restaurante era pequeño. Constaba de una barra y unas cinco mesas pequeñas, algunas con dos sillas, como la mía, y otras con cuatro. Mi mesa de siempre estaba casi pegada a la barra, por lo que los demás clientes debían tener cuidado para no darse conmigo - o con cualquier persona que ocupara la mesa -.
Él ordenó, y para recoger su pedido tenía que pasar por mi mesa. Bajé la mirada. "¡Deja de mirarle!" "No le importaste entonces, no le vas a importar ahora..." Mis ojos se encontraron con mi café. Lo cogí con mis dos manos, soplé y comencé a darle un sorbo sin levantar mirada. Justo en ese instante, él pasó deprisa por mi mesa y me dió un pequeño golpe en el codo derecho, por lo que el café quedó derramado encima de mi camisa. Una camisa blanca que... vaya. Era la misma camisa de aquella vez.
Él, que tenía mucha prisa, justo después del golpe, se dio la vuelta y dijo muy rápido:
-"Perdóname".
Y volvió a girarse. No me vio. Me miró, pero no me vio. Yo era para él una persona más. Es probable que solo viera una camisa blanca flotando. Como si yo no existiera. No se dio cuenta de quién era yo.Y dijo nada más y nada menos que "perdóname"... ¡Qué fácilmente decía ahora esas palabras! Hacía un año, no se hubiera molestado en decirlas. Me hizo daño y no se había dignado a pedirme perdón.

***
¿Cuánto cuesta pedir perdón? Desde niños nos enseñan a pedir perdón cuando las cosas las hacemos mal, y a nosotros, por la enseñanza religiosa recibida, nos han enseñado que todo en esta vida merece perdón. Yo nunca he dicho que no le vaya a perdonar, pero el que no se digna a pedir algo, que no espere que se lo regalen.
Have a nice day!
xoxo.
xoxo.
Subscribe to:
Posts (Atom)